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viernes, 20 de mayo de 2016

ACUSAN A DOS POR EL ASESINATO DE FAMILIA MEXICANA EN CHICAGO

CHICAGO — La policía de Chicago identificó el jueves a un joven de 22 años y a su novia de 19 como los autores del asesinato de una familia de inmigrantes mexicanos, entre ellos dos menores de edad, ocurrida en Chicago el pasado mes de febrero.

Diego Uribe y su novia Jafeth Ramos son los responsables de la muerte a balazos, cuchilladas y golpes de seis miembros de la familia Martínez, según dieron a conocer en rueda de prensa el superintendente, Eddie Johnson, y el jefe de detectives, Eugene Roy.


Las autoridades informaron que Uribe es primo de una de las víctimas y ambos acusados admitieron su participación en los asesinatos, cuyo misterio quedó resuelto tras los análisis de ADN que vincularon al joven con las evidencias recogidas, sumado a sus registros telefónicos.

La policía señaló que un problema doméstico además de un intento de robo serían los móviles de los crímenes de María Herminia Martínez, de 32 años, sus hijos Leonardo y Alexis de 10 y 13 años respectivamente, así como los padres de María, Noé y Rosaura, y su hermano Noé Jr.

Cada uno de los detenidos fue acusado de seis cargos de homicidio en primer grado, según anunciaron los fiscales del condado de Cook asignados al caso.

Después del ataque, Uribe fue visto con cortes en sus manos por una persona que lo denunció a un policía retirado, quien a su vez avisó a las autoridades.

La Policía dijo que el plan inicial de Uribe era robar a la familia, pero luego la invasión de la casa derivó en una matanza generalizada que por su magnitud llevó a los investigadores en un inicio a considerar la posible participación de varias personas.

El acusado admitió haber discutido con María, a la que le disparó cuatro veces, tras lo cual golpeó y apuñaló al resto de las víctimas a medida que las encontraba en la casa, según el reporte policial, que señala a su novia como cómplice aunque sin aclarar su papel.

En marzo, la policía recogió el ADN de Uribe y de otros familiares como parte rutinaria de la investigación.

El superintendente Johnson dijo que este era el peor caso que había visto en sus 26 años de carrera policial y afirmó que “para los oficiales y detectives involucrados en la investigación este caso se convirtió en algo personal”.

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