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lunes, 27 de agosto de 2018

La figura del sublíder

Por Jose Lino Martinez 

Cuando estaba en las aulas de mi carrera de Ciencias Políticas, un profesor, llamado Danilo P. Clime, explicaba con garbo doctrinal, el concepto político de esta figura, resumiendo, que trataba de una instancia de liderazgo intermedio cuyo papel es servir de reductor de los inputs, que surjan en torno al líder principal.

En la dinámica del líder y sublíder, el primero es un ente aglutinador con alta dosis de caudillo, y el segundo es un acomodador de las posibles capacidades del primero para dar respuestas o no, a las presiones que le entran como demandas propias, por su carisma, o por el ejercicio del poder, indistintamente.

Respecto a las funciones del sublíder, es como imaginar una cortina blindada a fin de apaciguar los posibles dardos lanzados al líder, además, cabe decir que es una especie de esponja para absorber los fluidos que se pueda desparramar en la estructura social-política.

Lo mismo que decir, una corcha para amortiguar o atenuar cualquier impacto, cuestión que si le llega al líder, sea reducido a su mínima expresión, de modo, que el efecto sea más leve.

Lo propio se pudiera comparar cuando un pelotero tumba la pelota-argot de narradores- con su guante, de una línea que pintaba ser un extra base, garantizando que sólo se convirtiera en simple hit y sin mayores consecuencias. 

Ahora, el sublíder, para tan delicada categoría, no puede ser cualquiera. Debe ser una persona con grandes dotes de pararrayos, dado el hecho que su función es reconvertir los descontentos que algunas actitudes o comportamientos derivados de la falta de respuestas a las demandas planteadas, asumiendo para sí, incluso la propia responsabilidad, hasta el extremo que toma la culpa como suya, por decirlo de alguna forma.

En la Republica Dominicana, sobran los ejemplos. Pérez Bello, el lazarillo del Dr. Balaguer resulta ser uno de los mejores modelos. Por igual, Diómedes Núñez Polanco, como secretario particular del profesor Juan Bosch, asumió con tanta vehemencia, que desarrolló, una personalidad parsimónica.

Más bien, no es una especie de instrumento de la reducción de las demandas, es una instancia de apaciguar los resabios que se susciten contra el líder cuando el demandante asuma que su caso no ha sido atendido, teniéndose poseedor de un sobrado derecho a merecer que estas se pongan en carpeta, incluso, privilegiadamente delante de otras demandas.

Es como decir, que el líder a veces dice, – al sublíder-, recuérdame mañana resolverle a mi extraordinario amigo y hermano, que tengo solución para su caso. Pero, acontece que por circunstancias no se ha vuelto a tocar el punto. Es entonces, cuando entra en acción el papel de sublíder buscando una explicación convincente. 

El criterio de medición de un sublíder, deviene en la mayor cantidad de descontentos que pueda evitar con su papel de amortiguador y apaciguador. Es más, si fuera necesidad, está previsto sacrificar su figura a fin de que la posible falta de respuesta no alcance impactar al líder.

Más allá, si fuera necesario, como al efecto debe ser, este debe convertirse en un, por usar un símil, encantador de serpiente.

Otro sublíder político, llegó a serlo Hatuey Descamps, que siendo el frente de las polémicas del otrora PRD, y sub líder de Peña, llegó a merecer un alto de nivel de rechazo político, como efecto. 

Ahora bien, un sublíder positivo y de resultado es el que evita que las descargas dirigidas al líder, recaigan sobre él. Debe por encima de todo, resultar una figura carismática que puede causar empatía con los demandantes. Siempre mostrar su alta disposición a canalizar y servir de enlace entre el demandante y el líder. No puede convertirse en una traba permanente, que a través de él no se resuelve nada.

Un error garrafal de esta instancia, es que no logre un desempeño afable, y sobretodo, que no se convierta en un escoyo de la de solución o respuesta correcta y a tiempo.

Esta instancia, debe conocer a tal nivel al líder, que una vez, haya que entrar en funciones, anticipadamente, esté en capacidad de no dejar que la demanda entre en la carpeta del líder para que no se derive una demagogia de que su planteamiento tiene solución por esa vía.

Ahora bien, el sublíder deben contar con empoderamiento del líder principal, capaz de permitir, una tanda o diaria o inter diaria para depurar los inputs que entraron a la agenda, los rechazados o poco pertinentes, y en consecuencia, despachar o darle salida.

Engavetar sería el error más crítico de un sublíder. Por lo tanto, debe ser parte de la solución, no del problema., más bien, convertirse un ente de confianza de analizar y programar jornadas de respuestas.   

Como se aprecia, la figura del sublíder es al líder, su pararrayo o el comodín, en otra palabra, es el filtro de las reacciones.

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